domingo, 4 de octubre de 2009

El pájaro muerto

El pájaro muerto sólo es una más de las muchas cosas a las que mi perra no debería ni acercarse, una cosa más de las que me hacen tirar de su correa; un débil acto de autoridad que realizo para protegerla de sí misma, inseguro de por qué tiene una naturaleza tan autodestructiva.

El pájaro siempre esta allí, deshinchándose lentamente, tumbado en una posición que en otras circunstancias podría ser cómoda, de no ser por el hecho de que está muy muerto No le importa el tipo sudoroso que pedalea calle abajo en su bicicleta; ni le importa el tipo con el mono de mecánico, eternamente irritado metido bajo la capota de su furgoneta eternamente averiada; ni le importan las ancianas que hacen ejercicio en paños menores en el parque.

Al pájaro muerto, tumbado de espaldas, arrimado contra la base de un edificio de apartamentos donde el ladrillo rojo se encuentra con la hierba quemada y abandonada, no le importa nada de eso. Lleva mucho tiempo descomponiéndose lentamente, quizá una semana, quizá dos. Ese lapso de tiempo simboliza la poca atención que le presto a las cosas importantes que pasan a mi alrededor, hace que me pregunte si no me habré perdido algo.


Coches abandonados, Jim Lane.

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