Standstill es una de esas bandas que no te deja indiferente. Yo los descubrí tarde, presentando el espectáculo 1, 2, 3 en la Cúpula de Venus de Barcelona -concierto del que ahora se presenta un documental en el festival IN-EDIT 2009-, y desde aquel día, uno de los mejores de mi vida en lo musical, les juré amor eterno. Ahora están a punto de volver a la palestra ya que se encuentran grabando lo que será su próximo disco, previsto para enero de 2010. Así que aprovechamos este momento para publicar la charla que mantuvimos hace unos meses con su líder, Enric Montefusco, después de un concierto en Manresa.
Después de haberos ganados el respeto de la escena hardcore en toda Europa sorprendisteis a propios y extraños con la publicación de Vivalaguerra, mostrando una cara más pop, y ahora presentáis algunos conciertos en formato acústico. ¿Cómo nos podéis explicar esta evolución?
Es fácil de explicar. Desde que empezamos el primer disco tratamos de hacer lo que nos apetece, lo que nos sale, de una manera natural y una vez has vivido una serie de cosas. Cuando empezamos estábamos en el circuito del underground, hardcore, punk, con una serie de influencias muy concretas, muy claras. Y fue, con el primer impulso, cuando nacimos como grupo. Después, siempre hemos sido bastante inquietos y nos ha gustado aprender, investigar e ir creciendo, y nunca nos hemos negado a aportar una influencia a nuestra música. Nunca decíamos: “no no, esto no es Standstill“. En realidad, todo aquello que nos sale espontáneamente, sea lo que sea, es Standstill. Y eso es lo que a veces nos hace cambiar; hace que haya gente que no se espera y que haya otra que sí. Todo es muy complejo, pero lo que sí hemos tenido claro desde un primer momento es que Standstill es todo aquello que nos sale; desarrollarnos en todos los sentidos.
Hemos ido avanzando muy deprisa y cada disco ha sido diferente. En dos años han pasado muchas cosas en nuestra vida, a nivel artístico, a nivel de influencias. La gracia de hacerlo de esta manera es que hemos sabido mantener la esencia y, aunque hemos cambiado, hay algo en común. Algo que tiene que ver con nuestro ADN y con nuestra manera de ser, nuestra energía, nuestra intensidad, nuestra entrega y con nuestra manera de ver la vida. Con estos diez años hemos pasado de gritar y estar con gente con crestas a estar con gente totalmente diferente. A mí a veces me gusta comprobar que lo que hace uno puede atraer y englobar a gente muy distinta y esto me llena de satisfacción: que gente tan diversa se identifique. No sé si es atemporal o fuera de un marco concreto, pero a mí esto siempre me ha atraído. Es algo propio, algo distinto, algo con lo que te puedes sentir identificado.
Vivalaguerra supuso todo un éxito de crítica y público y no faltó en ninguna de las listas de lo mejor del año. ¿Cómo os enfrentáis a la grabación del nuevo disco después del éxito?
He de reconocer sin ningún problema que no me da miedo. No porque sea un chulo, sino porque de alguna manera, afortunadamente, disco tras disco, siempre hemos superado estadios, siempre tenías que demostrar alguna cosa, siempre era una prueba. En realidad, en los diez años que llevamos nunca he estado en un lugar estable ni en un equilibrio donde esté todo hecho. Siempre estás avanzando, consigues algo pero sigues avanzando y nunca te puedes acomodar. Con Vivalaguerra ha pasado lo mismo que con Ionic spell, que fue el primer disco, cuando estábamos en la escena hardcore, y que de alguna manera trascendía dicha escena en lo artístico y lo musical. Nos poníamos en un lugar extraño, que nosotros tampoco sabíamos cuál era, pero la prensa nos hizo caso y ya no sabíamos si estábamos en un lugar o en otro o en los dos. Siempre han sido sitios extraños y siempre superando algo. Estamos acostumbrados a tener buenas obras detrás, pero lo que tenemos claro es que no se trata de competir contigo mismo sino de seguir el camino, y el siguiente paso del camino será lo que salga, y si las circunstancias nos permiten traducir lo que tenemos en la cabeza en un disco, será mejor que Vivalaguerra. No nos da miedo. Al final, de lo único de lo que se trata es de no tener obstáculos. Si no hay obstáculos para conseguirlo, seguiremos avanzando porque tenemos más experiencia, tenemos más herramientas, tenemos más público, más medios, sello propio… No nos da miedo.
Desde que acabó la gira de presentación de Vivalaguerra casi todos los miembros de Standstill se han enfrascado en diferentes aventura musicales. ¿Crees que eso puede perjudicar al grupo?
Los miembros de Standstill siempre hemos tenido grupos paralelos, porque somos gente inquieta. Yo soy un poco el motor, pero ellos siempre lo han tenido en consideración. Pero puedo decir que, para todos, la prioridad siempre ha sido Standstill y que cuando Standstill los necesite, vendrán a filas sin ningún problema.
Vuestro paso del inglés al castellano, al igual que para muchos otros grupos, supuso conectar más con el público y seguramente tener más facilidad al expresaros en una lengua más cercana. ¿Os habéis planteado alguna vez ir un poco más allá y cantar en catalán?
Sobre el tema de cantar en catalán, pues mira, nunca se sabe. A mí me llegan a decir hace diez años que estaría cantando en castellano y que lo haría la mar de feliz y no me lo hubiera creído, te hubiera insultado en ese momento. No sé lo que pasará en el futuro. Ahora mismo, a día de hoy, sé por qué pasé de cantar en catalán. En ese momento vital necesitábamos cambiar del inglés a la lengua materna y lo hicimos así, aunque no sé si en un futuro seguirá vigente. En ese momento teníamos esa necesidad de dar lo mejor de nosotros mismos, que la gente pudiera cantar las canciones, que todo tuviera un alcance mayor de lo que habíamos hecho hasta entonces. Eso era fundamental para la banda. Lo que pasa es que no nos podemos sacar de encima la política cultural en los 80 y 90 con Convergencia, que para mí fue totalmente contraproducente. Es algo que me cuesta. En la televisión te ponían una serie de bandas que eran una mierda, pero como cantaban en catalán pues los ponían igual, con lo que quedaba devaluado todo aquello que estaba hecho en catalán, y dentro de mi cabeza y de la de mucha gente cantar el catalán era sinónimo de mierda.
Al cabo del tiempo, y gracias a gente como Mishima, Refree o Sanpedro, la siguiente generación podrá tener una serie de referentes con “cara y ojos”. Antònia Font han sido casi los desencadenantes. Los primeros con calidad, con inquietudes, que sabían valorar la buena música y las buenas letras, músicos con los que podías trabajar. Y hasta que no llegó Antònia Font, tenías que retroceder a Serrat, Sisa o Pau Riba, algo que terminó y que dejó un vacío durante años, hasta la llegada de Antònia Font y después toda la onda barcelonesa.
Un título como Vivalaguerra, y más en el momento en que se público, parece tener un sentido político que muchos grupos rechazan por miedo a ser juzgados ¿Standstill se posiciona políticamente?
Yo creo que, de entrada, cualquier propuesta artística, sea consciente o inconscientemente o lo que sea, siempre tiene una corriente política definida. Siempre estás demostrando cosas, quieras o no, y en este sentido, Vivalaguerra, no habla de una guerra en sentido militar, no. Se trata de algo mucho más personal, más íntimo, algo que no te dice a quién tienes que votar, ni te llama para una lucha concreta. Hablamos de una manera de posicionarse, de actuar en el mundo, de las adversidades y de todo lo que te vas encontrando. Lo que es evidente es que Standstill no es una causa; de hecho Standstill dice que la causa es la que tú tengas, tu propia lucha.
Después de tantos años en Bcore decidisteis independizaros y creasteis vuestro propio sello, Buena Suerte. ¿Qué nos podéis explicar sobre esta experiencia?
Es un tema muy complejo. Para difundir lo que pretendes comunicar se puede hacer de mil maneras distintas. La más fácil es pasar por una serie de personas que se dedican a esto, que tienen un sello (o que lo tenían, porque ahora cada vez hay menos), que se dedicaban a coger gente, que tienen los medios, especializados, etc. En el momento en que esta gente no puede vivir de ello o que la mayoría no puede vivir de ello, porque no se venden discos, su papel queda más en entredicho y la mayoría tienen que abandonar, quedan más en evidencia. Yo siempre he pensado que el no depender de nadie y poder tú mismo comunicarte y ser independiente, y ser capaz de poner los discos en una tienda, es responsabilidad tuya. La autoproducción ha sido ideal en este sentido. Somos una banda independiente, no dependemos de nadie; simplemente hacemos una cosa y la ofrecemos, y quien quiera la compra y quien no, pues no. Nos dimos cuenta de que podíamos aspirar a ello, que teníamos la experiencia suficiente, los contactos suficientes como para empezar, y la ilusión y la energía. Es evidente que en la situación actual, cuando no se venden discos y los ingresos están en los conciertos, se crean condiciones que facilitan de alguna manera este nuevo equilibrio en la industria. Nosotros lo entendimos rápidamente y apostamos en ello. El hecho de que lleváramos diez años viendo lo que hacía Bcore con nuestros discos nos sirvió de experiencia, y siempre hemos tenido mucho sentido de la responsabilidad con lo que hacemos. Tener control sobre todo aquello que tiene que ver con el grupo es un paso necesario. No depender de nadie: tú arrancas con tu proyecto y adelante.
Una curiosidad que nos gusta saber sobre los grupos: después de tantos años rodando, ¿cuánto tiempo le dedicáis a los ensayos?
A medida que han pasado los años, nos hemos encontrado con que un grupo pasa por muchas fases a nivel creativo. Cuando empiezas un grupo ensayas dos, tres, cuatro o cinco días por semana, porque es lo que tienes que hacer. Pero cuando tu profesión es tener un grupo y te dedicas a ello, te das cuenta de que hay momentos en que estás cuatro meses sin ensayar porque estás de gira -o bien preparando una cosa paralela que tiene que ver, o lo que sea-, y a veces estás unos meses o semanas absolutamente concentrado y cada día preparando algo concreto. Cada vez tienes más claro lo que haces, qué plazos tienes y para qué fin concreto. En este sentido, depende mucho del momento del proyecto.
Los directos de Standstill no dejan a nadie indiferente. Esa mezcla entre música y teatro, donde no sabes bien qué vas a ver, es seguramente una de vuestras virtudes. ¿En la próxima gira tenéis pensado seguir por este camino?
Alguna cosa haremos. A veces parece que el directo es para sorprender a la gente, pero es para nosotros mismos, porque llevamos muchos años haciendo directos, y necesitamos que cada proyecto nuevo tenga un aliciente para poder seguir adelante y para que nos llene. Un incentivo, una cosa nueva, cualquier cosa que nos haga ilusión. Hasta ahora siempre lo hemos encontrado, y eso a mí me llena. Y nos seguirá pasando, porque seguimos cambiando, siempre buscando cosas.
Después de haberos ganados el respeto de la escena hardcore en toda Europa sorprendisteis a propios y extraños con la publicación de Vivalaguerra, mostrando una cara más pop, y ahora presentáis algunos conciertos en formato acústico. ¿Cómo nos podéis explicar esta evolución?
Es fácil de explicar. Desde que empezamos el primer disco tratamos de hacer lo que nos apetece, lo que nos sale, de una manera natural y una vez has vivido una serie de cosas. Cuando empezamos estábamos en el circuito del underground, hardcore, punk, con una serie de influencias muy concretas, muy claras. Y fue, con el primer impulso, cuando nacimos como grupo. Después, siempre hemos sido bastante inquietos y nos ha gustado aprender, investigar e ir creciendo, y nunca nos hemos negado a aportar una influencia a nuestra música. Nunca decíamos: “no no, esto no es Standstill“. En realidad, todo aquello que nos sale espontáneamente, sea lo que sea, es Standstill. Y eso es lo que a veces nos hace cambiar; hace que haya gente que no se espera y que haya otra que sí. Todo es muy complejo, pero lo que sí hemos tenido claro desde un primer momento es que Standstill es todo aquello que nos sale; desarrollarnos en todos los sentidos.
Hemos ido avanzando muy deprisa y cada disco ha sido diferente. En dos años han pasado muchas cosas en nuestra vida, a nivel artístico, a nivel de influencias. La gracia de hacerlo de esta manera es que hemos sabido mantener la esencia y, aunque hemos cambiado, hay algo en común. Algo que tiene que ver con nuestro ADN y con nuestra manera de ser, nuestra energía, nuestra intensidad, nuestra entrega y con nuestra manera de ver la vida. Con estos diez años hemos pasado de gritar y estar con gente con crestas a estar con gente totalmente diferente. A mí a veces me gusta comprobar que lo que hace uno puede atraer y englobar a gente muy distinta y esto me llena de satisfacción: que gente tan diversa se identifique. No sé si es atemporal o fuera de un marco concreto, pero a mí esto siempre me ha atraído. Es algo propio, algo distinto, algo con lo que te puedes sentir identificado.
Vivalaguerra supuso todo un éxito de crítica y público y no faltó en ninguna de las listas de lo mejor del año. ¿Cómo os enfrentáis a la grabación del nuevo disco después del éxito?
He de reconocer sin ningún problema que no me da miedo. No porque sea un chulo, sino porque de alguna manera, afortunadamente, disco tras disco, siempre hemos superado estadios, siempre tenías que demostrar alguna cosa, siempre era una prueba. En realidad, en los diez años que llevamos nunca he estado en un lugar estable ni en un equilibrio donde esté todo hecho. Siempre estás avanzando, consigues algo pero sigues avanzando y nunca te puedes acomodar. Con Vivalaguerra ha pasado lo mismo que con Ionic spell, que fue el primer disco, cuando estábamos en la escena hardcore, y que de alguna manera trascendía dicha escena en lo artístico y lo musical. Nos poníamos en un lugar extraño, que nosotros tampoco sabíamos cuál era, pero la prensa nos hizo caso y ya no sabíamos si estábamos en un lugar o en otro o en los dos. Siempre han sido sitios extraños y siempre superando algo. Estamos acostumbrados a tener buenas obras detrás, pero lo que tenemos claro es que no se trata de competir contigo mismo sino de seguir el camino, y el siguiente paso del camino será lo que salga, y si las circunstancias nos permiten traducir lo que tenemos en la cabeza en un disco, será mejor que Vivalaguerra. No nos da miedo. Al final, de lo único de lo que se trata es de no tener obstáculos. Si no hay obstáculos para conseguirlo, seguiremos avanzando porque tenemos más experiencia, tenemos más herramientas, tenemos más público, más medios, sello propio… No nos da miedo.
Desde que acabó la gira de presentación de Vivalaguerra casi todos los miembros de Standstill se han enfrascado en diferentes aventura musicales. ¿Crees que eso puede perjudicar al grupo?
Los miembros de Standstill siempre hemos tenido grupos paralelos, porque somos gente inquieta. Yo soy un poco el motor, pero ellos siempre lo han tenido en consideración. Pero puedo decir que, para todos, la prioridad siempre ha sido Standstill y que cuando Standstill los necesite, vendrán a filas sin ningún problema.
Vuestro paso del inglés al castellano, al igual que para muchos otros grupos, supuso conectar más con el público y seguramente tener más facilidad al expresaros en una lengua más cercana. ¿Os habéis planteado alguna vez ir un poco más allá y cantar en catalán?
Sobre el tema de cantar en catalán, pues mira, nunca se sabe. A mí me llegan a decir hace diez años que estaría cantando en castellano y que lo haría la mar de feliz y no me lo hubiera creído, te hubiera insultado en ese momento. No sé lo que pasará en el futuro. Ahora mismo, a día de hoy, sé por qué pasé de cantar en catalán. En ese momento vital necesitábamos cambiar del inglés a la lengua materna y lo hicimos así, aunque no sé si en un futuro seguirá vigente. En ese momento teníamos esa necesidad de dar lo mejor de nosotros mismos, que la gente pudiera cantar las canciones, que todo tuviera un alcance mayor de lo que habíamos hecho hasta entonces. Eso era fundamental para la banda. Lo que pasa es que no nos podemos sacar de encima la política cultural en los 80 y 90 con Convergencia, que para mí fue totalmente contraproducente. Es algo que me cuesta. En la televisión te ponían una serie de bandas que eran una mierda, pero como cantaban en catalán pues los ponían igual, con lo que quedaba devaluado todo aquello que estaba hecho en catalán, y dentro de mi cabeza y de la de mucha gente cantar el catalán era sinónimo de mierda.
Al cabo del tiempo, y gracias a gente como Mishima, Refree o Sanpedro, la siguiente generación podrá tener una serie de referentes con “cara y ojos”. Antònia Font han sido casi los desencadenantes. Los primeros con calidad, con inquietudes, que sabían valorar la buena música y las buenas letras, músicos con los que podías trabajar. Y hasta que no llegó Antònia Font, tenías que retroceder a Serrat, Sisa o Pau Riba, algo que terminó y que dejó un vacío durante años, hasta la llegada de Antònia Font y después toda la onda barcelonesa.
Un título como Vivalaguerra, y más en el momento en que se público, parece tener un sentido político que muchos grupos rechazan por miedo a ser juzgados ¿Standstill se posiciona políticamente?
Yo creo que, de entrada, cualquier propuesta artística, sea consciente o inconscientemente o lo que sea, siempre tiene una corriente política definida. Siempre estás demostrando cosas, quieras o no, y en este sentido, Vivalaguerra, no habla de una guerra en sentido militar, no. Se trata de algo mucho más personal, más íntimo, algo que no te dice a quién tienes que votar, ni te llama para una lucha concreta. Hablamos de una manera de posicionarse, de actuar en el mundo, de las adversidades y de todo lo que te vas encontrando. Lo que es evidente es que Standstill no es una causa; de hecho Standstill dice que la causa es la que tú tengas, tu propia lucha.
Después de tantos años en Bcore decidisteis independizaros y creasteis vuestro propio sello, Buena Suerte. ¿Qué nos podéis explicar sobre esta experiencia?
Es un tema muy complejo. Para difundir lo que pretendes comunicar se puede hacer de mil maneras distintas. La más fácil es pasar por una serie de personas que se dedican a esto, que tienen un sello (o que lo tenían, porque ahora cada vez hay menos), que se dedicaban a coger gente, que tienen los medios, especializados, etc. En el momento en que esta gente no puede vivir de ello o que la mayoría no puede vivir de ello, porque no se venden discos, su papel queda más en entredicho y la mayoría tienen que abandonar, quedan más en evidencia. Yo siempre he pensado que el no depender de nadie y poder tú mismo comunicarte y ser independiente, y ser capaz de poner los discos en una tienda, es responsabilidad tuya. La autoproducción ha sido ideal en este sentido. Somos una banda independiente, no dependemos de nadie; simplemente hacemos una cosa y la ofrecemos, y quien quiera la compra y quien no, pues no. Nos dimos cuenta de que podíamos aspirar a ello, que teníamos la experiencia suficiente, los contactos suficientes como para empezar, y la ilusión y la energía. Es evidente que en la situación actual, cuando no se venden discos y los ingresos están en los conciertos, se crean condiciones que facilitan de alguna manera este nuevo equilibrio en la industria. Nosotros lo entendimos rápidamente y apostamos en ello. El hecho de que lleváramos diez años viendo lo que hacía Bcore con nuestros discos nos sirvió de experiencia, y siempre hemos tenido mucho sentido de la responsabilidad con lo que hacemos. Tener control sobre todo aquello que tiene que ver con el grupo es un paso necesario. No depender de nadie: tú arrancas con tu proyecto y adelante.
Una curiosidad que nos gusta saber sobre los grupos: después de tantos años rodando, ¿cuánto tiempo le dedicáis a los ensayos?
A medida que han pasado los años, nos hemos encontrado con que un grupo pasa por muchas fases a nivel creativo. Cuando empiezas un grupo ensayas dos, tres, cuatro o cinco días por semana, porque es lo que tienes que hacer. Pero cuando tu profesión es tener un grupo y te dedicas a ello, te das cuenta de que hay momentos en que estás cuatro meses sin ensayar porque estás de gira -o bien preparando una cosa paralela que tiene que ver, o lo que sea-, y a veces estás unos meses o semanas absolutamente concentrado y cada día preparando algo concreto. Cada vez tienes más claro lo que haces, qué plazos tienes y para qué fin concreto. En este sentido, depende mucho del momento del proyecto.
Los directos de Standstill no dejan a nadie indiferente. Esa mezcla entre música y teatro, donde no sabes bien qué vas a ver, es seguramente una de vuestras virtudes. ¿En la próxima gira tenéis pensado seguir por este camino?
Alguna cosa haremos. A veces parece que el directo es para sorprender a la gente, pero es para nosotros mismos, porque llevamos muchos años haciendo directos, y necesitamos que cada proyecto nuevo tenga un aliciente para poder seguir adelante y para que nos llene. Un incentivo, una cosa nueva, cualquier cosa que nos haga ilusión. Hasta ahora siempre lo hemos encontrado, y eso a mí me llena. Y nos seguirá pasando, porque seguimos cambiando, siempre buscando cosas.
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