jueves, 7 de octubre de 2010

Gudari!

Tortura, talismán y tabú de Estado

Las declaraciones realizadas bajo tortura denunciada por los dos ciudadanos vascos detenidos por la Guardia Civil la semana pasada están dando mucho que hablar y escribir. GARA reproduce hoy los terribles testimonios de ambos ciudadanos, que certifican, una vez más, esta realidad, y que ésta no es una cuestión de leyes, sino de política. El embajador venezolano en Madrid, no necesita conocer el auto judicial para saber que aquí se tortura, para saber que la política del Estado hacia la cuestión vasca está plagada de «confesiones arrancadas irregularmente». La Guardia Civil como brazo ejecutor, además de gozar de una impunidad que nadie se ha atrevido a enfrentar, es hoy lo que siempre ha sido, un núcleo dentro del Estado que los partidos mayoritarios descubrieron y del que se sirvieron para marcar agenda y condicionar la política vasca. Pero a la vez es un poderoso aparato que se sirve de los partidos para mantener intacta su influencia fáctica y su papel de garante. En este sentido, su función y su agenda securócrata no difieren de las que tiene el servicio secreto paquistaní, el poderoso ISI, o el Ejército kemalista turco.

La tortura es sistémica en Euskal Herria, trasciende coyunturas y generaciones. Y en la política española la tortura es, a la vez, un talismán y un tabú. Se entienden sus limitaciones, pero se cree en su poder. Y a la vez se construye un tabú en torno a una práctica terriblemente destructiva e insidiosamente seductora, de gran utilidad para hacer política. Intelectualmente, saben que no funciona en términos jurídicos, que no ofrece información fidedigna de valor probatorio; tienen suficientes sentencias internacionales condenatorias, pero emocionalmente sirve para «protegerse» del «terror vasco». La cuestión vasca siempre ha sido en el Estado una cuestión peligrosa, y con la belicosa retórica política alimentada durante décadas, el Estado tiene interés en amplificar el peligro. Un interés que es política de Estado, fruto de una supuesta superioridad moral frente al «terror» en la que aquél se siente cómodo y ganador.

Cambiar el paso y revertir la dinámica de la política vasca pasa por la erradicación de la tortura. Es un desafío colectivo urgente y materializable.

Editorial de Gara, a propósito de las torturas denunciadas por los ciudadanos detenidos Xabier Atristain y Juan Carlos Besance, de cuyas declaraciones se desprendía que detrás de todo el cotarro etarra estaba Chávez.

lunes, 16 de agosto de 2010

CALCIFICACION

El miedo nos lleva automáticamente a las calcificaciones varias que sufren los homo sapiens sapiens de nuestros tiempos (y de los pasados, sin duda; pero eso ahora no nos concierne). ¿Qué hace un animal cuando tiene mucho miedo? Se petrifica, se paraliza, se queda inmóvil esperando el desarrollo de los acontecimientos. La Gran Muerte y las Pequeñas Muertes (léase, pérdidas) nos acechan cada segundo de nuestra existencia, y aunque hayamos aprendido con mucho talento a ignorar este hecho, su presencia late en nuestro subconsciente incitándonos a protegernos de él.


Cuando el dolor nos atenaza, ya sea físico o psíquico, nuestro cuerpo y nuestra alma se tensan; creemos que podemos protegernos del dolor haciéndole frente con la rigidez de nuestros músculos y nuestro espíritu, pero ignoramos que así nos dolerá aún más. Tras años y años de tensión corporal y espiritual, nos calcificamos, y perdemos toda flexibilidad ante la vida.


Nunca deja de sorprenderme que los padres y demás educadores aún no se hayan percatado de que, una de las cosas más importantes que hay que repetir a los niños, es que la ley de la paradoja rige la vida. Sólo hay que abrir los ojos y mirar a nuestro alrededor; pero muy pocas personas se atreven a abrir bien los ojos, y prefieren vivir su vida con los ojos semiabiertos, y mirarlo todo a través de unas gafas tiznadas de soldador, no vaya a ser que lo que vean les quemen los ojos.


Si el dolor nos amenaza y se nos echa encima, lo mejor que podemos hacer para que nos duela menos, o deje de dolernos, (por ejemplo un parto), es entregarnos conscientemente, en un acto volitivo, al dolor: ‘Me entrego al dolor, soy todo suyo’; automáticamente el cuerpo se relajará, y con él la mente, y navegaremos sobre la ola del dolor como un surfero veterano sobre una ola peligrosa; y, el dolor será perfectamente llevadero.


Si la muerte nos aterroriza, escondernos de ella en la negación y la represión, nos volverá su esclava. Mantener en pie la fortificación Anti-Temor-a-la-Muerte nos costará un esfuerzo gigantesco, nos forzará a estar inmóviles aguantando sus paredes como Harpo mantenía una casa en pie apoyándose en ella, en Una Noche en Casablanca, y nos impedirá fluir y movernos con el vaivén de la vida; tras muchos años de inmovilidad, nos habremos convertido en criaturas calcificadas –reliquias fosilizadas –, a las que cualquier cambio vital resultará intolerable e irrealizable; e inevitablemente, todas nuestras creaciones serán rígidas y enemigas de la vida.


La mejor, y quizás única, manera de liberarnos del atenazante miedo, es tirándonos de cabeza en él; entregándonos a él como a un amante deseado; el monstruo sólo se vence entrando en él, siendo parte de él. La ley de la paradoja. Una sociedad compuesta por seres calcificados sólo creará arte, instituciones, leyes y costumbres calcificadas que asfixian la vida. La muerte en vida. El largo día y la eterna noche de los muertos vivientes.


Laila Escartin en RevistaMU