jueves, 26 de marzo de 2009

Luis María Anson Like a Killer

ESTABA TODO Madrid, desde Aznar, el político, a Guti, el futbolista; desde Hugo Silva, el televisivo aspirante a actor, a Mónica Cruz, la actriz excelente; desde pepepijos de vario pelaje a destacados progres caviar socialistas; desde señores antiguos de corbata hasta adolescentes ombligueras, lolitas de vaqueros ceñidos como la piel, jovencitas minifalderas, «al aire el muslo bello y flojo el cinturón». La juventud era una llamarada encendida en el Palacio de los Deportes. Los nuevos ídolos -Dave Keuning, Ronnie Vannucci, Mark Stoerner y, sobre todo, Brandon Flowers- se trajeron la luz de California, de la vieja California hispana, desplegaron una gran bandera española y gimieron a un ritmo enloquecido, mientras las espectadoras sobre los hombros de sus parejas se entregaban al orgasmo de la música eterna de la negritud. Durante horas, ellas y ellos danzaban el pop con frenesí en la noche serena con llama que consume y no da pena. No lo sabían, pero la caballería, como en el verso de San Juan, a vista de las aguas descendía. Y Aminadab, cabreado, no aparecía por ninguna parte.

Me acordé de hace cuarenta años, más de cuarenta años, cuando escuché por vez primera a los Rolling Stones en Londres. Kennedy caía asesinado por Oswald sobre el regazo de Jacqueline a la que cubrió de rosas rojas. Juan XXIII moría dulcemente sobre la paz en la tierra. Rolf Hochhuth escandalizaba con El Vicario.Bartok estrenaba El castillo del duque Barba Azul. Igor Stravinski, al que entrevisté en Madrid, El diluvio universal, Franco fusiló a Grimau, riéndose del Papa que pidió su indulto. Claro que para el dictador español, Pablo VI era un rojo que hacía de Papa.A Mandela le condenaban a cadena perpetua. Le Corbusier escalaba las puertas del cielo y Mao ponía en marcha la Revolución Cultural.Yo vivía días de amor y rosas, luna de miel en la guerra de Vietnam, y luego largo exilio en Hong Kong por el pecado de haber escrito un artículo, La Monarquía de todos, que encrespó al dictador.

Their Satanic Majesties Request eran el rayo que no cesa y se enfrentaron a los Beatles. Rollin' Stones Blues fue la canción de Muddy Waters que inspiró el nombre de los balas perdidas.Se impuso el machismo electrizante de los Stones, el rock'n' roll de grueso calibre, al fondo el blues, lejos aún los sonidos brit pop, con Mick Jagger descoyuntado, Keith Richard entre guitarras, todavía Chuck Berry en su aliento, y un Brian Jones que se estremecía con la psicodelia y terminaría muerto en su piscina. Volaban ya los pájaros de Hitchcock. Martin Luther King luchaba contra el racismo. Leíamos Rayuela. La muerte de Nehru ensombrecía a la india y Ngo Dinh Diem, al que entrevisté en Saigón en junio del 63, caía asesinado unos meses más tarde y abría la guerra de Vietnam.

Y ahora, cuatro largas décadas después, los Killers, que están desbancando a U2, prorrogan el fenómeno social de los Stones y los Beatles. Hot Fuss, Sam's Town, Sawdust y Day and Age son los álbumes del fulgor que no cesa. Por eso el mundo madrileño in se instaló en pleno en el Palacio de los Deportes. Un bosque de manos alzadas acompañaron las canciones de los Killers y se hicieron paroxismo al final cuando el grupo rugió con Read my mind, con When you were young. La juventud electrizada lo desbordó todo mientras los señores antiguos, los carrozas disfrazados de chaqueta, e incluso de corbata, los muy cutres, contemplábamos atónitos el esplendor del incendio.

Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.

martes, 24 de marzo de 2009

La crisis y los trabajadores

"Los trabajadores fueron y continúan siendo las víctimas privilegiadas de las políticas neoliberales. La instauración del neoliberalismo se hizo a partir de un inmenso viraje en la correlación de fuerzas entre las clases fundamentales, con un aumento exponencial en la apropiación del excedente, por parte del gran capital a costa de los trabajadores.

Las formas fueron múltiples, a través de la combinación entre la precarización de las relaciones de trabajo, que llevó a que la mayoría de los trabajadores no tenga contrato de trabajo; el desempleo abierto y velado; la extensión de las jornadas de trabajo; la intensificación de las precarias condiciones de trabajo; la fragmentación de la clase trabajadora y las consecuentes dificultades de organización que produce, entre otras.

Como resultado, se debilitó el sindicalismo, así como la identidad del mundo del trabajo, al mismo tiempo que los medios de comunicación contribuían decisivamente invisibilizando los temas del mundo del trabajo. Las teorías del “fin del empleo” en realidad son referidas a los intentos de extinción del empleo formal, porque nunca tantos vivieron de su trabajo como en el mundo actual, pero al hacerlo bajo condiciones heterogéneas, trabajando en varias actividades al mismo tiempo o cambiando de actividades de un mes para otro, terminan dificultando la organización, debilitando la cultura del trabajo y la asunción de la identidad de trabajador, así como de las profesiones, que cambian de un momento para el otro.

Las políticas neoliberales produjeron también un gran proceso de proletarización de amplios sectores de las clases medias, empobrecidas por la pérdida del empleo formal y por la concentración de la renta a partir de las políticas implementadas por los gobiernos. El mundo del trabajo nunca congregó a tanta gente, aunque las condiciones del trabajo concreto nunca fueron tan diversificadas. Lo que no impide que todos sean superexplotados y fuente fundamental de la gigantesca acumulación de capital que producen las grandes fortunas exhibidas obscenamente por los medios.

La crisis hizo que volviera a recaer sobre los trabajadores el peso de la recesión provocada por la especulación financiera, de la que se valen las empresas para, como primera medida, despedir trabajadores. En los años de crecimiento que antecedieron a la crisis, se multiplicaron las ganancias; en el momento de la recesión, las empresas ni siquiera queman una parte de los lucros acumulados, despidiendo inmediatamente a miles de trabajadores, como si el derecho al empleo no fuese un derecho esencial para la inmensa mayoría de la población, que vive de su trabajo."  


Emir Sader

La verdad



viernes, 20 de marzo de 2009

nunca pasa nada

más sobre esas imágenes. la saña con la que se puede golpear un cuerpo caído en el suelo. ralentízalas y haz memoria. todas ésas son historias repetidas un millón de veces. hablamos de palizas en la calle, en los sótanos de las comisarías, dispersando las manifestaciones. todas las denuncias por agresiones son archivadas sistemáticamente. y por torturas. el dolor, el miedo y la rabia forman una cadena de la que es difícil escapar. me voy muy lejos si pienso en ello, a un desierto en el que no siento nada y sólo deseo la muerte de media humanidad

sólo tienes que darle a un tipo una placa y una porra para que empiece a mirarte por encima del hombro. sólo tienes que darle una pistola para que se crea supermán. sólo tienes que darle un motivo para que te dispare a la cara. ellos son los buenos perros guardianes.

jueves, 19 de marzo de 2009

más palos

la carga contra los estudiantes en el centro de barcelona. las imágenes —y los subsiguientes comentarios en los medios de comunicación mayoritarios— no me dejan lugar a dudas: cualquier trabajo es más honrado que el de policía, cualquier trabajo es más honrado que el de periodista, a todo cerdo, su san martín.