viernes, 19 de septiembre de 2008

estáticos

La movilidad en nuestro país demuestra que somos una sociedad más próxima al subdesarrollo que al tan reclamado europeísmo. Pecamos, y padecemos, de todos los males de las llamadas, y tan criticadas, sociedades de “nuevos ricos”. Lo más triste es que no nos damos cuenta, y lo que es aún peor, creemos que podemos dar lecciones de buenas prácticas. Nada más lejos de la realidad.
La culpa no es sólo de una clara y evidente incompetencia política (no olvidemos que los políticos actúan siempre para mantener el poder). El problema de la asquerosa movilidad de nuestro país es la concepción egoísta que se tiene de ella. Por un lado nos encantan los espacios peatonales, pero NADIE está dispuesto a renunciar a acceder a cualquier lado en su coche. Por un lado nos quejamos de la contaminación y la congestión en las ciudades, pero NADIE está dispuesto a renunciar a poder circular con su monovolumen para ir al trabajo. Por un lado nos incitan a coger el transporte público y por el otro los mismos que lo incitan son los que se mueven en coche oficial por todas partes.
Siempre queda la excusa eternamente utilizada del “si tuviera un transporte público lo cogería”. Falta sólo añadir para que ésto sea cierto: “pero siempre que sea de puerta a puerta, a la hora que me vaya bien y que vaya cómodamente sentado”. Lo dicho, una sociedad profundamente egoísta.
Es evidente la falta de transporte público en la región metropolitana (no en la ciudad de Barcelona), pero en los años de democracia SÓLO se han construido carreteras, autovías y autopistas, y un AVE caro y elitista que no soluciona en nada la movilidad general. Pero, ¿quién lo ha criticado? ¿Quién está dispuesto a dejar de invertir en carreteras en pro del transporte público? Es evidente que si una mayoría social lo reclamase, los políticos actuarían diferente. Recordemos que ellos sólo se encargan de no perder el poder. Y en esa tónica, las administraciones nos están castigando con proyectos (mejor dicho, bodrios) que atentan al más mínimo sentido común, en los que se despilfarra el poco dinero que se destina.
Aquí sólo se reacciona si es a base de golpes: peajes, multas, prohibiciones... para nada una “conciencia social”. ¡Pues bienvenidas sean estas actuaciones!
Acabaremos con una buena noticia, que seguro que creará un precedente y nos hará abrir los ojos. La Diagonal de Barcelona pasará a ser una vía pacífica, donde sólo el transporte público (tranvía) y los peatones serán los nuevos dueños. Será sólo el principio del fin de la dictadura del vehículo privado. Ahora sólo falta un poco de valentía...



Josep Maria Olivé

1 comentario:

Irene dijo...
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