
La velada pintaba muy bien, el gancho ideal: un homenaje a Los Planetas con motivo del 15 aniversario de la edición del "Medusa EP", y el escenario perfecto (¡qué bien suena el Auditori!). Yo, como pez tonto que soy, piqué a la primera. ¿La oportunidad de ver las canciones de unos de los grupos favoritas de mi vida, de esos que me han acompañado desde la adolescencia hasta hoy? Compré sin pensar. La noche se presentaba ideal para volver a sentir "el poder de mis tejanos, el poder de mis 15 años, el poder de mis granos", como cantan Hidrogenesse, y es que ahora está muy de moda eso de atacar el corazón para vaciarte el bolsillo. Traen grupos del pasado tocando los discos que los hicieron grandes, estrategia para que el grupo de edad comprendido entre los 25 y 40 años desembolse unos cuantos euros, dado que son más solventes que los jóvenes de 16 a 25. Marketing puro y duro, nada de romanticismo. El caso es que lo que vimos ayer fue bochornoso. Por allí no desfiló ni David Beef, ni Fernando Alfaro, ni el maestro Morente. Todo quedó descafeinado, aunque hubo algún pequeño momento de gloria. Empezaron Clovis versionando de manera acústica De viaje y Nunca me entero de nada. El grupo de Fino Oyonarte (ex-Enemigos y productor de "Super8") funcionó, pero no arriesgaron. A destacar Cristina Plaza empezando el concierto de espaldas, en un claro guiño a May. Después del parón, se hacía eterno el tránsito entre grupos. Atacaron Pumuky para alzarse como claros vencedores de la noche, junto a Lory Meyers. Los tinerfeños rescataron David y Claudia y Que no sea Kang, por favor para pasarlas al noise pop de los primeros Planetas. El invento funciono a la perfección y llegaron a superar en el segundo tema a la original. Un amasijo de guitarras, distorsión y dos baterías que se apoderó del Auditori. A partir de estuvo claro que sería muy difícil recuperar el nivel. Manos de Topo fueron recogidos como héroes locales y versionaron Db y Línea 1, llevándolas a su estilo, que gustará más o menos, pero tiene su —cada vez más numeroso— público. Nacho Vegas estuvo patético tocando canciones no planeteras: Cielo del norte, original de Nick Drake, y una nueva que había compuesto junto a J. Además, demostró que es un pésimo orador pero un notable imitador del líder de Los Planetas. Fantasma 3 pasaron con más pena que gloria y Tachenko hizo lo que pudo con Desorden —llevándola a la americana country— y con la festiva Reunión en la cumbre.
Para cerrar, tocó la expedición de paisanos: primero Lory Meyers erigiéndose una vez más en los grandes herederos de Los Brincos, y cerrando unos semi-Lagartija Nick, sin Erik (como era de esperar) ni Lorena. En definitiva, un homenaje sin homenajeados y dejándose en el tintero a grandes nombres claves en la carrera de los autores de Qué puedo hacer. Un servidor soñó con un concierto ideal donde estarían Astrud, Sr. Chinarro, La Buena Vida, Surfin' Bichos, Beef, Lagartija Nick (al completo) y, cómo no, el maestro Morente. Pero eso tendrá que esperar, porque el recuerdo que nos llevamos es el patético final del gran Antonio Arias acompañado de sus compadres en un versión flamenquilla de Devuélveme la pasta. ¡Ay! Ya es echarle morro al asunto. ¿Devuélveme la pasta? Eso es lo que pensamos más de uno al abandonar la sala.